La
Habana (PL).- La Feria Internacional del Libro en esta vigésima
edición se dedica, entre otras, a los Bicentenarios de la independencia
de la región, como el Argentina, que ha traído, junto a un cargamento de
valiosas y representativas muestras de su quehacer literario, un
programa audiovisual que las complementa.
En el Pabellón de las culturas invitadas, se pueden ver desde veteranos como Leonardo
Favio hasta puntales del llamado Nuevo nuevo cine, como Lucrecia Martel,
Pablo Trapero y Gustavo Postiglione, pasando por otras autorías no
menos respetables (Carlos Sorín, Alberto Lechi y Juan José Jusid, el hermoso país
sudamericano vuelve a fundarse desde las imágenes fílmicas de algunos de
sus más prestigiosos cineastasdurante los días feriales a
disímiles visiones y versiones de la historia argentina con el pretexto
de la redonda conmemoración.
El programa en conjunto se
titula 25 miradas-200 minutos, y se trata justamente de ello: ese número
de filmes de 8 minutos de duración que suman tal tiempo en el cual,
según cada estilo y maneras de concebir el cine, se discursa en torno a
la Historia dentro de historias individuales, el pasado y el presente,
los pasadizos socioeconómicos, psicológicos, personales y colectivos que
bullen dentro de la inmensa nación.
Israel Adrián Caetano
(Pizza, birra, faso) emplea en El héroe al que nadie quiso la voz in off
de una maestra de quinto grado, quien mediante un ejercicio docente
pretende motivar y agitar la memoria histórica de sus pequeños
discípulos; Marcos Carnevale (Elsa y Fred) elige esta vez el "falso
documental", para acercarse imaginariamente a una testigo de excepción:
Mercedes, mujer de 212 años a través de los cuales se ha codeado con los
personajes más importantes del país durante ese tiempo.
Albertina Carri (La rabia) prefirió introducirse "puertas adentro",
valorar cómo el cine durante los decenios 60 y 70 del pasado siglo fue
una importante arma política, en su corto Restos. Los "herederos" del desaparecido Luis Puenzo (La
historia oficial), Lucía y Esteban Pepe vuelven en Más adelante a la
carga desde las propias armas fílmicas cuando evocan el año 1910,
durante los festejos del Centenario, en que un oligarca encarga a un
cineasta un corto conmemorativo que imagine la Argentina cien años
después.
Sorín (Historias mínimas) arma un documental en Las
voces y el silencio, donde científicos, artistas y otros intelectuales
disertan sobre las expectativas nacionales, contraponiendo sus
declaraciones a planos de niños que miran a cámara en silencio, abriendo
un tácito diálogo intergeneracional.
Dentro de estos y otros tantos
cortos que forman el variopinto proyecto audiovisual
late, al margen de preferencias y cristalizaciones estéticas, un mapa de
la Argentina en estos dos siglos de independencia, donde tantos
devaneos y accidentes, períodos de dictaduras y democracias, de crisis
recicladas y "vacas gordas" han conformado una nación compleja y
hermosa, emergente siempre pese a los sangramientos y los dolores, que
de cualquier manera ha aprendido a aprender de sus conquistas y reveses.
Frank Padrón *Crítico cubano de cine. Colaborador de Prensa Latina |